La sexualidad es, fundamentalmente, el motor de nuestra vida desde el día que nacemos hasta el instante antes de nuestra muerte.
Por eso es que la sexualidad no está circunscripta a un intercambio físico con otro u otros, sino a un encuentro emocional que permite la integración personal.
Comunicar nuestros gustos, necesidades, fantasías, nos acerca al otro y nos hace crecer a nosotros.
Así es que demanda ser cuidada. Mejorarla mejora también nuestra calidad de vida y nuestra salud. El derecho a informarnos, reflexionar acerca de ella y explorar nuestras posibilidades, debe ser ejercido y facilitado por la comunidad a lo largo de todo el proceso de vida, desde la infancia hasta la adultez mayor.
Si concientizamos nuestro sistema de valores sexuales y nos preguntamos acerca de él, y tal vez hasta lo replanteamos, comprenderemos que el ejercicio de la sexualidad es un derecho.
Esto nos llevará a poder decidir libremente los caminos para reconocer nuestra capacidad sensitiva y la del otro en cada momento de nuestra vida; decidir la planificación de nuestra familia desde la adolescencia, apropiándonos de la función reproductiva de la sexualidad, apropiarnos de nuestra vida, ser solidarios y respetuosos con la vida de los otros...
La sexualidad nace con nosotros. El cachorro humano llega al mundo en situación de absoluta indefensión, y allí es recibido por un adulto.
Lo primero que nos dan es el alimento, pero con él –inmediatamente- llegan las caricias, las miradas, el cuidado del cuerpo.
A partir de ese momento, a partir de que alguien nos espera y nos recibe en este mundo, allí -con nuestro primer vínculo social-, ya somos seres sexuados, ya comienza a desarrollarse nuestra sexualidad.
la reproductividad
Es la capacidad que tienen todos los seres vivos para procrear hijos . Para ello, en los seres sexuados es necesario que haya contacto sexual entre hembras y machos.
Los seres humanos, a diferencia del resto de los animales, no mantienen relaciones sexuales únicamente para tener descendencia, también buscan satisfacción personal y de pareja, así como afecto y una convivencia armónica.
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